martes, 20 de septiembre de 2011

No todo es chotis en Madrid

Después de casi tres décadas de existencia de nuestra comunidad autónoma, a veces resulta complicado hacer entender a la gente de mi generación la raíz castellana de la provincia. Esto pasa a pesar de que el propio Estatuto de Autonomía de la CAM reconocía este hecho, dada la imposibilidad de justificar históricamente la separación de Madrid del resto de Castilla, como podemos comprobar aquí:
La bandera de la Comunidad es roja carmesí. Madrid indica con ello que es un pueblo castellano y que castellana ha sido su historia, aunque evidentemente el desarrollo económico y de población haya sido diverso. La Comunidad de Madrid, formada en muchos casos por pueblos y municipios que pertenecieron a Comunidades Castellanas limítrofes, expresa así uno de sus rasgos esenciales.
[...] Los castillos de oro sobre gules del escudo escogen, recogen también, el más característico símbolo castellano. Las dos comunidades limítrofes los lucen como emblemas. El hecho de estar pareados simboliza la pretensión de la Comunidad de Madrid de ser lazo entre las dos Castillas, fundiendo el símbolo fundamental de una y otra, al tiempo que viene a proyectar su propia complexión extensiva hasta los límites precisos de las cinco provincias que la abrazan.(1)
Sin ir más lejos, ayer un forero colgaba en Foros Castilla un enlace al documental Història del Café para Todos producido por TV3 y que es un vivo retrato de la artificialidad en la construcción de  las comunidades autónomas castellanas. De esta manera, a pesar de haber quedado claramente reflejada la castellanidad de Madrid en su Estatuto, las cosas han ido por otro rumbo y  a día de hoy muchos vecinos nuestros son tan osados de atreverse a negarla. 

Y no es para menos. La marginación sistemática de la cultura propia de la provincia, con especial incapié en la capital, sumada al desarraigo de una urbe en expansión constante, ha conseguido invisibilizar casi por completo cualquier muestra de folclore castellano, mientras se potenciaban aquellos rasgos diferenciales de la Villa y Corte. Por todos lados aparecen chulapos y goyescas, chotis y organillos, expresiones que de hecho derivan del folclore de origen europeo, con menos de un par o tres de siglos de arraigo y que se dan únicamente en la capital, mientras que ningun lado aparecen nuestros bailes, instrumentos y trajes tradicionales castellanos, cuyas raíces podríamos considerar milenarias. Si a ello le sumamos la españolización del bombo y la pandereta que se nos ha estado vendiendo progresivamente, el futuro se aparece bastante negro para la cultura castellana. Es un hecho probado que hoy en día resulta mucho más fácil aprender a bailar sevillanas en los centros culturales de la CAM que aprender bailes propios de la provincia como la jota, el rondón, el baile corrido o la seguidilla, para lo cual te tienes que dirigir casi siempre a instituciones privadas. 


Por suerte, y para no ser agorero, me gustaría destacar, especialmente para aquellos conciudadanos que desconocen la verdadera raíz de nuestro Madrid, que ya desde los primeros años de autonomía, existen diversos grupos que continuan manteniendo vivas nuestras tradiciones culturales, no solamente en los pequeños pueblos de la Sierra, como alguno podría pensar, si no también en el mismo centro de la capital. Gracias a ellos podemos decir que, bajo el riesgo de pasar desapercibidos, no ha habido fiesta popular de Madrid que no haya tenido en estos últimos años su pasacalles dulzainero, sus jotas o sus Gigantes y sus Cabezudos. Si hay quien se sigue manteniendo escéptico ante mis afirmaciones, le recomiendo darse un paseo por cualquiera de los muchos vídeos de youtube, no me entretendré en colgar ahora más ejemplos, pero animo a todo el mundo a investigar más sobre esta cuestión, ya que cuanto más se indaga en las manifestaciones propias de la provincia más sorpresa y encanto despiertan. Sin duda, esta tarea debemos agradecersela especialmente a esos grupos que pudieran parecer anónimos, como la gente de Magerit Dulzaina Viva que no han parado de trabajar en todos estos años, así como a las organizaciones castellanistas de la capital.


De hecho, me he animado a escribir esta entrada al enterarme de la charla-muestra que se realizará este sábado 23 a las 19:30 en la Taberna Castellana de Vallecas, bajo el título Pasado y presente de las músicas en Castilla. Como el nombre indica, en ella se hara una repaso de el ayer y hoy de las músicas tradicionales castellanas, y según los organizadores promete ser interactiva acabando despúes con un coloquio entre el ponente y los asistentes. La Asociación Cultural Castilla Comunera (Taberna Castellana) de Vallekas se encuentra en la calle Picos de Europa, 45, cerca del metro de Portazgo.


En definitiva, volvemos a encontrarnos ante dos proyectos opuestos frontalmente, el de la (re)castellanización de Madrid frente al de la madrileñización de Castilla. Intentaré pasar el sábado por allí y para aquellos que no hayais podido ir prometo una crónica de la charla para la semana que viene.

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(1) Ley 2/1983, de 23 de diciembre, de la bandera, escudo e himno de la Comunidad de Madrid  [->]

Invitación a una mirada

Si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo

Esta frase del escritor castellano Miguel Delibes me ha servido de inspiración para el título de esta bitácora, pues creo que refleja bastante bien la intencionalidad de la misma. No se equivocaba nuestro ilustre comatriota, que tan bien supo reflejar el carácter de nuestras gentes y, precisamente por eso, he querido darle la vuelta a su frase.

Cierto es que llevamos los castellanos y castellanas siglos mirando un cielo de incertidumbre, un cielo que nunca se sabe que traerá, un cielo que, a la postre, hace ya mucho que no hemos sido capaces de desafiar. Demasiado tiempo mirando hacia arriba, esperando que nos cayera el porvenir, dejando al azar nuestro destino. Es por ello que quiero invitaros a cambiar las tornas, a pasar de mirar hacia otra parte, para empezar a mirar hacia nuestros problemas, dejando a un lado los de los demás, sin esperar que nada nos vaya a caer del cielo. Es por ello, que quiero mirar hacia la tierra, hacia nuestra tan olvidada tierra, para entenderla en su momento actual y poder seguir construyendola durante mucho tiempo.

Sin más, espero que las reflexiones aquí vertidas sirvan de herramienta para continuar trabajando por Castilla y por el pueblo castellano.

Bienvenidas, Bienvenidos